Experimentar la maternidad es posible
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El sueño de ser madre puede verse afectado por varios factores: retraso de la maternidad, menopausia precoz e insuficiencia ovárica, entre otras. Es ahí cuando comienza la búsqueda de alternativas para engendrar un hijo. Una de ellas es la ovodonación, procedimiento voluntario utilizado en la reproducción asistida, en el que una mujer accede a óvulos de otra cuando no puede embarazarse con los propios. Se trata de una técnica probada y segura que le ha cambiado la vida a muchas chilenas.
En la práctica, se fertilizan los óvulos donados con una muestra de espermios de la pareja receptora, mediante fertilización in vitro. Así, el nuevo ser tiene ADN del padre y la madre puede experimentar el embarazo.
Tasas de éxito
El procedimiento es ambulatorio para la donación de óvulos, por lo que los riesgos son bajos. De todas formas, las donantes reciben una compensación económica, debido al tiempo que destinan para someterse a pruebas, entrevistas, estimulación y aspiración folicular. La segunda etapa consiste en la fecundación de los óvulos donados en el laboratorio, con espermios de la pareja o de un eventual donante, si fuera necesario.
Enseguida, entre el segundo y tercer día de la fecundación, se programa la transferencia de embriones al útero materno.
Tratamiento participativo
Profesionales multidisciplinarios con experiencia en tratamiento de fertilidad de alta complejidad es lo que esperan tanto las mujeres como sus parejas cuando recurren a la medicina reproductiva. A ello se suma la búsqueda de apoyo, contención, empatía y otros aspectos que, para el Centro de Estudios Reproductivos (CER), son indispensables en el proceso.
Es que, en la búsqueda del embarazo, los médicos especialistas se complementan con otros profesionales a cargo de guiar el tratamiento. Un rol muy importante es el que cumple la matrona, explica la coordinadora del programa In Vitro de CER, Pía Céspedes. Estas profesionales acogen, resuelven dudas y siguen paso a paso el proceso.
Si bien la ovodonación es anónima, las pacientes pueden participar en la selección desde el punto de vista del fenotipo. Es decir, conocer el color de ojos o de piel de la donante y su estatura, entre otras características. Luego, al lograrse el embarazo, se produce la conexión humana con la gestante, pues el feto que se está desarrollando recibe la emocionalidad de quien lo lleva en su vientre. «Aunque no se comparta material genético, sí se comparte un vínculo afectivo entre madre e hijo», explica Pía Céspedes.
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